Del clima y la depresión

La forma en que el clima influye en cada uno de nosotros puede llegar a sorprendernos.

Hay días muy fríos, en que lo único que buscamos es no salir de la cama, nos cambia el carácter y nuestro comportamiento y umbral de tolerancia puede ponerse a prueba.

Vivimos en México, un país con una biodiversidad maravillosa, que nos permite tener desde climas hermosos como Cuernavaca, hasta extremos e impredecibles como Monterrey. Yo no conozco Europa, ni nunca he visto nevar, sin embargo, aún cuando en mi casa en provincia deja de estar soleado por la entrada de algún huracán, o algún frente frío de esos que te hacen no querer salir de casa, mi carácter realmente cambia.

Y es que ver nublado, la lluvia, los truenos… me convierten en una persona sumamente nostálgica y hasta melancólica, como si se me escapara la vida por la coladera. Pero lo peor es cuando viviendo sin lluvia, ni nubes espesas, sientes que se te escapa la vida de las manos y caminas con la nube gris encima tuyo…

De esta pesadumbre nos habla magistralmente Fiódor Dostoievsky en “Memorias del Subsuelo”.

Hay personas que, como él –y como yo-, cuando estamos deprimidos o deprimidas por alguna razón, además de sentirnos mal, somos masoquistas y comenzamos a culparnos de todo lo que hicimos y no hemos hecho prácticamente desde nuestro nacimiento.

De esas veces que decides ponerte a prueba de una forma casi imperceptible, hasta para ti mismo, de conocer hasta qué punto puedes soportar el dolor, el dolor de la propia existencia.

Esta obra, llena de ironía en su redacción, no es otra cosa más que una transparente muestra de la esencia del hombre. La necesidad de aislamiento, la repulsión por la sociedad, el reconocimiento de los errores propios, en fin, se trata de una obra, a mi parecer, que vale la pena leer una y varias veces porque, además de que su prosa es amigable con el lector, Dostoievsky te invita a reflexionar sobre nuestras pasiones y deseos –instinto animal, le llama-, que se merman siempre por la necesidad de ser ante todo, un ser racional.

Y es que todos tenemos una vida doble. Al menos es doble en nuestra cabeza. Cuando estamos frente a otra gente, nos comportamos bajo un estricto patrón social y “moralmente” aceptable, de lo contrario nos tachan de locos o locas. Sin embargo, esas mismas veces que nos reprimimos por hacer  “lo correcto” siempre nos hace sentir más alejados de uno mismo, hasta el punto en que pierdes identidad y realmente se pone en riesgo la esencia personal.

La lectura de las “memorias del subsuelo” es obligada, si estás triste, seguro encontrarás con quién compartir tu soledad (pero qué patético, la neta), si te sientes desgraciado o desgraciada, encontrarás que hay alguien a quien le va mucho peor que a ti y que lo tuyo es mero drama, y si estás “bien”, seguro te hará reflexionar sobre la naturaleza humana.

Nos vemos!

Nora G.

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